09 enero 2013

Mi tarjeta sin fondos y sólo compré un café...




Esta historia pasó hace unas semanas en un café muy conocido a nivel mundial...
(Se cambiaron los nombres a petición de estas personas para mantener el anonimato)

José Luis Altamirano, un hombre de familia con un trabajo, salario y vida estable, siempre compraba un café a la hora de la salida. Un café latte descafeinado, con leche light disque para cuidar el colesterol, pero con crema batida para compensar el azúcar...

José Luis siempre pagaba en efectivo su café. Cuarenta y cinco pesos aproximadamente. Algo caro pero valía la pena después de una ardua jornada de trabajo.

Un día se dio cuenta de que se le olvidó sacar dinero del banco y al llegar a la cafetería tuvo que pagar con su tarjeta de crédito. No hay problema alguno...

Fin.




La verdadera historia comienza cuando fue a comer con unos amigos después del trabajo. Todo estuvo bastante agradable y se divirtieron mucho... Hasta qué llegó la cuenta. Todos los presentes de dividieron la cuenta según lo que habían consumido.

Cuando el mesero llegó a cobrar, todos pagaron con efectivo excepto José Luis. Pagó con tarjeta de crédito. Hasta ahí todo iba bien. Es seguro, rápido y no traes cargando efectivo.

El mesero llevó la terminal para pasar la tarjeta de crédito. Deslizó la tarjeta pero ésta fue rechazada. El mesero le dijo que si quería volver a intentar. José Luis aceptó. Deslizó la tarjeta de nuevo, pero otra vez parecía haber sido rechazada. "Debe ser porque la banda está sucia" dijo el mesero. "Sí, eso debe de ser" contestó José Luis.

El mesero empezó a frotar la tarjeta a un costado de su camiseta a la altura de la cintura. Después de un rato, decidió pasar de nuevo la tarjeta en la terminal. Esta vez, casualmente, la máquina aceptó el pago. El mesero le regresó su tarjeta.  Pero José Luis no le tomó importancia y siguió platicando con sus amigos.

A la mañana siguiente, Luis se levantó como siempre, se fue al trabajo y trabajó ocho horas. A la salida fue a la cafetería para comprar su latte diario. Pero se le olvidó sacar dinero del cajero. Llegó a la terminal, introdujo la tarjeta de crédito, esperó un momento... Cuenta de cheques sin fondos.

El hombre no lo podía creer. De inmediato llamó al banco, esperó los famosos diez minutos escuchando las cuatro estaciones de Vivaldi, apretó todos los números de su celular con las opciones que le daba la contestadora automática... Hasta que decidió no apretar ningún botón. Lo comunicaron con un operador.

Otros diez minutos esperando. Contestan, José Luis, preocupado y angustiado, le comenta todo lo que pasó al tratar de sacar dinero de su cuenta de cheques. El operador le dijo que esperara en la línea, que iba a checar que todo estuviese en orden y que sólo era una pequeña falla en el sistema.

Otros, cinco minutos esperando. Vuelve a la línea el operador y le dice que efectivamente su cuenta de cheques está en blanco y que tiene un adeudo de más de diez mil pesos. José empezó a gritar los mil demonios al aire, le salía humo por los oídos. Estaba encolerizado. Colgó. No sabía qué hacer. Más de diez mil pesos debía, y no sabía cómo los iba a pagar.

¿Cómo pasó esto?

Robo de identidad. Alguien en un momento robó o clonó algún documento que tenía su cuenta de cheques. Su tarjeta de crédito.

Acaso la terminal que utilizó el mesero en el restaurante, ¿era falsa?

La respuesta es no. Existe otra modalidad más rápida y discreta.

Cuando el mesero limpió la tarjeta, debajo de su camisa, a la altura de la cintura, traía un dispositivo para clonar la tarjeta. Es un imán donde, al pasar la tarjeta por encima de éste, queda impregnada toda la información del propietario de la cuenta. Con sólo pasar una vez la banda magnética del plástico de crédito (suena raro pero es un sinónimo) por este imán, tu cuenta ha sido clonada. Sinceramente no sé qué hacen cuando la información ya está impregnada en el imán y cómo la meten a otra tarjeta de crédito.

¿Cómo evitar esto?

Primero, siempre estar atentos al corte de la tarjeta. Revisar que no haya ninguna incoherencia y que todo cuadre bien con los gastos que se hizo con la tarjeta de crédito.

Segundo, en el restaurante o bar (donde ocurren la mayoría de estos robos), siempre tener a la vista tu tarjeta de crédito o débito cuando hagan el cobro. Si el mesero o la persona que los está atendiendo les dice que  está sucia la tarjeta, no deje que ellos la limpien. En estos casos hay que ser muy meticuloso y desconfiar de los demás por más terrible que se escuche. Un robo de identidad cuesta bastante caro y es bastante trabajo volver a recuperarla.

Tercero, no pagar todo con la tarjeta de crédito. Gastos pequeños siempre procurar pagarlos en efectivo.

Si sospechas que has sido víctima de robo de identidad o clonación de tarjeta, llama de inmediato al banco y cancela la tarjeta de crédito. Pide una investigación de dónde y cuándo se han hecho los gastos que tú no has hecho y que sólo te están incrementando la deuda.

Es algo difícil de descubrir quién ha sido el responsable del robo ya que en México, la tecnología en cuestión de investigación aún está muy por debajo del nivel esperado.

Esta historia de José Luis y la nueva modalidad de robo de identidad son verdad. Ha pasado.

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